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La religión mayoritaria en Sri Lanka es el  Budismo . Durante el Esala (los meses de julio y agosto), se celebra el festival más antiguo e importante para los budistas. Se eligió en este tiempo por ser el mes en el que se conmemora la primera enseñanza dada por Buda después de alcanzar la iluminación. Tiene una duración de diez días, en los cuales hay una serie de ritos, costumbres y actividades paralelas a la cabalgata. "Perahera" en cingalés significa desfile de músicos, bailarines, cantantes, acróbatas y otros artistas. Todos ellos van acompañados de  más de 50 elefantes decorados con túnicas de colores y luces, que hacen de este desfile algo único para nuestras retinas e inolvidable en nuestras vidas. Este maravilloso festival se celebra en honor a la reliquia del Diente Sagrado, perteneciente a Buda y el cual se encuentra guardado en el templo más importante del país,  y a los cuatro dioses guardianes: Natha, Vishnu, Kataragama y Pattini. Actualmente, esta imponente

La Roca del León, fue construida en el siglo V D.C. por el rey Dathusena. Dicho rey tenía un harén  (esto era así, por si la mujer principal no tenía hijos, poder tener descendencia con alguna otra de sus mujeres). Siguiendo con la historia, la mujer principal y la segunda mujer tenían un hijo cada una. El hijo de la mujer principal y el hijo de la segunda mujer (cuyo nombre era Kashyapa) eran dos hermanos que se llevaban bastante bien, con lo que se puede decir, que la familia real era bastante feliz. El rey mandó realizar un lago muy grande en palacio. Un día, su comandante estaba andando cerca del mismo con su hijo (el del comandante), cuando, de repente, vieron una grieta de la cual estaba saliendo agua hacia el pueblo. Parece ser que esa grieta cada vez se iba abriendo más y más y el comandante pensó que si la cosa seguía así, el lago del rey acabaría con el pueblo, con lo cual, necesitaban tapar la grieta de alguna manera y muy rápido. Mandó a su hijo a palacio a pedir ayuda

Esta familia la hemos querido dejar para el final puesto que, a diferencia de las demás, ellos tienen una gran dificultad añadida: los dos hijos de esta familia están enfermos. La hija tiene 7 años y el niño, 3. Ambos aparentan ser bebés, están en estado vegetativo y sufren ataques de epilepsia. Están diagnosticados como enfermedades raras y no toman medicación porque obtenerlas aquí supone una cantidad de dinero muy elevada, algo totalmente inaccesible para ellos. Junto con los padres e hijos, también viven los abuelos maternos. Ambos con apariencia desnutrida. Todos duermen en el suelo y sus necesidades alimenticias no siempre están cubiertas. El padre es conductor de Tuk Tuk y con eso van ganando algo. Si ya podemos pensar en lo difícil que debe ser vivir sin comodidades, no podemos imaginar lo que supone un día a día para esta familia. Nos impactó muchísimo. Querríamos haberles podido ayudar mucho más, pagarles un buen médico e intentar  liberar un poco la carga familiar,

En algunos casos, nuestra vida no va como nos gustaría. A veces nos preguntamos por qué nos ocurren ciertas cosas. Simplemente hay que saber que sin lo malo, difícilmente sabríamos darle el valor que merecen las cosas realmente buenas. La familia Chandra Pala lo tiene claro. Su mayor regalo es permanecer juntos. Nipuni , Hansi y Dilanka viven con sus abuelos. Sus padres les abandonaron hace unos años. Sus abuelos se hicieron cargo, como buenamente pudieron, de su educación, alimentación, etc. Hoy por hoy sobreviven como pueden. Los propios vecinos les ayudan con comida y ropa a veces. Nos impactó mucho conocer la historia de esta familia. No dudamos ni un segundo en querer ayudarles. Les compramos ropa, uniformes, zapatos, pack escolares y comida para todos. También llevamos ropa para donarles y les encantó. Sus miradas expresivas rompían cualquier barrera que impidiese la comunicación entre ellos y nosotras. Se abrazaban y nos cogían de las manos. Nos fuimos con la alegría

Hoy queremos contaros la historia de Chohansi, una alumna del colegio donde hemos estado trabajando durante las tres semanas de voluntariado. Antes de ir a visitar las familias de las que os estamos hablando estos días, preguntamos a la directora de nuestro centro si había algún niño o niña que precisara ayuda urgente porque su situación en casa fuera muy desfavorable. En ese momento, Rinozza (que así se llama nuestra directora), nos nombro rápidamente a Chohansi. Lo tenía muy claro y nos dijo que toda ayuda que pudiéramos ofrecerle sería genial para la familia. De hecho, ella misma los ayuda también, ya que esta niña no paga el colegio. Cuando la madre le dijo a Rinoza que la iba a quitar del colegio (en Sri Lanka todas las escuelas de Educación Infantil son privadas, no están subvencionadas por el gobierno, y aunque son muy baratas, no todos pueden permitírselo), ella le dijo que no se preocupara, que ella personalmente se encargaría de los gastos de la pequeña para que pudiera

Cuando conocimos a esta familia, lo primero que nos llamó la atención fue el pequeño Thiwanka de 6 años y su hermano Vihas de unos dos añitos, por la gran sonrisa con la que nos recibieron el primer día. No paraban quietos de un lado para otro y nos contagiaron esa alegría al momento. Esta familia en un principio nos pidió únicamente zapatos, mochilas y unas chanclas para el pequeño Vihas. Lo que pasó fue que entramos en su casa y nos llevamos una no muy agradable sorpresa. Su vivienda estaba compuesta por una única habitación en la que se encontraban dos “camas” por llamarlas de alguna manera. Los supuestos colchones estaban formados por unos sacos y tenía un aspecto muy desagradable, así que decidimos comprarle dos colchones en condiciones, ya que es lo único que tienen en su casa, no tenían una cocina visible ni cuarto de baño, así que por lo menos intentaríamos que durmieran en un lugar decente. Cuando fuimos a llevarles las cosas, fue muy gracioso el momento de ponerle las c

La familia Nilanthi está compuesta por la mamá, Karunawathi y sus dos hijos: Gevindu, de 11 años y Senura, de 6. Ellos viven en una humilde “casita” hecha de barro y hojas de palmera donde sólo tienen dos espacios, uno para dormir y otro para la “cocina”. No tienen electricidad, ni comodidades y las condiciones en las que viven son bastante deplorables. Nos dimos cuenta de que sus ropas estaban rotas y no tenían zapatos, por lo que les regalamos un par para el colegio. También les dimos un pack escolar, un colchón para sustituir el que tenían, que estaba muy roto, una bolsa de comida como la de las demás familias que os hemos contado y ropa nuestra que ya no utilizábamos, para la mamá. Se pusieron locos de contentos con todas las cosas que les dimos. Ellos tampoco querían quitarse las mochilas nuevas. Como señal de agradecimiento y respeto, los dos pequeños se arrodillaron en nuestros pies para bendecirnos. Nos quedamos impactadas en un primer momento, aunque luego les respondimos